Traduction du français en espagnol

– Oui, je suis convaincu que vous avez autant de chance que tout le monde, mais peut-être ne prêtez-vous pas attention aux opportunités qui s’offrent à vous.
– C’est possible.

Je me demandais quelles opportunités j’avais pu laisser passer dans ma vie, et quel aurait été son cours si je les avais vues et saisies.

– Bon, maintenant, reprenons les différents éléments de votre rêve.
– L’élément central est de m’installer à mon compte en créant mon propre studio de photographies de mariage.
– Très bien, alors dites-moi: qu’est-ce qui vous en empêche?
– En fait, j’ai bien peur de ne pas en être capable, même si ce projet m’attire énormément.
– Comment savez-vous que vous n’en seriez pas capable?
– Je le sens: c’est tellement différent de mon métier actuel, de ce que j’ai l’habitude de faire. Peut-être est-ce trop important comme changement, et que je n’y arriverai pas.
– Si vous vous basez seulement sur un ressenti, alors vous n’avez pas le moyen de savoir si c’est la réalité, ou juste une croyance limitante.
– Peut-être.
– Savez-vous comment on peut se mettre à croire que l’on n’est pas capable de faire une chose?
– Non.
– Quand il existe quelque part une question, souvent non formulée consciemment, à laquelle on n’a pas la réponse.

Laurent Gounelle

L’homme qui voulait être heureux

Éditions Anne Carrière (2008)

N.B.: On ne traduira pas le titre de l’œuvre.

Traduction de l’espagnol en français

En todas las casas sucedía lo mismo, en las de los falangistas y en las de los comunistas, siempre igual, los niños encerrados sin salir, por lo que pudiera pasar, porque aquello era una guerra que no se iba a acabar nunca. Madre nunca nos había dado explicaciones, y sin embargo, aquella vez su marido habló, y lo hizo en serio.

– No os pueden encontrar aquí. Por vuestro propio bien. ¿Está claro?

Le miré a los ojos y encontré en ellos una pesadumbre desconocida no sólo por su intensidad, sino también por su naturaleza confusa, híbrida de tristeza, de rabia, de vergüenza. Mi padre nunca me había parecido tan pequeño, y nunca tan grande, nunca tan humillado, ni tan orgulloso, y jamás había ejercido una autoridad semejante a la que aquella tarde me arrancó al mismo tiempo, ni un segundo, la curiosidad de los labios y el cuerpo de la silla.

– Por la puerta no podéis salir, mejor por la ventana. Voy a ver si hay alguien fuera.

Cuando le vi entrar en su dormitorio, cogí a Pepa de la mano y me acerqué a madre, le tiré de la manga, me puse de puntillas para hablarle al oído, e improvisé con cautela un acento cómplice para avanzar una hipótesis descabellada, que sin embargo era la única que me ayudaba a comprender lo que estaba pasando.

– ¿Es que padre es rojo, madre?

Ella, distraída hasta entonces de puro asustada, se volvió deprisa, abrió mucho los ojos, levantó la mano en el aire, como si fuera a darme un cachete, y me habló en un susurro brusco y frenético, sin levantar la voz.

Almudena Grandes

El lector de Julio Verne

Episodios de una guerra interminable

Tusquets Editores (2012)

N.B.: On ne traduira pas le titre de l’œuvre.